ENTENDÍ EL VALOR DEL DIBUJO, como fin en sí mismo, en sexto de carrera. Fue en la asignatura de Dibujo III, gracias a un profesor del que lamentablemente no recuerdo su nombre. Nos lo hizo ver, en una explicación memorable, ejemplificándolo con algunos de Paul Klee. Unos dibujos que sólo respondían a sus propias reglas, independientes de la pericia del ejecutante —la que nos había martirizado en los dos primeros años de carrera—, de cualquier modelo o referente externo y de su uso instrumental (para los proyectos, en la pintura, etc).«A rose is a rose is a rose»—Gertrude Stein
Ver ahora las realizaciones de la artista alemana Jorinde Voigt, me ha recordado sus palabras y me resulta inevitable no asociarlas, ya que sus obras las cumplen a la perfección.
Algunos ejemplos más: