El Cisne Negro, el impacto de lo altamente improbable de Nassim Nicholas Taleb se centra en éste último: en los sucesos inesperados de impacto transcendental y que a posteriori tienen una explicación lógica. Lo que él denomina, utilizando una bella metáfora basada en un hecho real, Cisnes Negros. Ensayo que recomiendo leer para comprender —un poco más— la psicología humana, sus limitaciones de percepción y funcionamiento. Cómo ésta nos condiciona a la hora de tomar de decisiones, ya que no somos tan racionales como creemos.
Sin desvelar la explicación, el porqué de todo esto según Taleb, la parte más impactante del libro —no es el objetivo de esta entrada escatimarte el placer de leerlo—, a continuación extraigo de él una serie de recomendaciones prácticas para lidiar con la incertidumbre... y, sobretodo, sacarle provecho.
- Aceptar nuestra humanidad. En este contexto, se refiere a comprender la necesidad que el ser humano tiene de predecir —es parte de la sal de la vida—, pero limitándola a situaciones en las cuales el impacto de las consecuencias nos sea asumible.
- Distinguir entre las contingencias positivas y las negativas, con el objetivo de exponernos al máximo a las positivas (grandes oportunidades) y ser extremadamente prudente y previsor —«paranoico» es la palabra que utiliza Taleb— con las negativas (lo pierdo todo).
- No buscar ni lo preciso ni lo local, es decir, invertir en estar preparados, en generar ocasiones y no en predecir. A modo de curiosidad, a la habilidad personal de aprovechar los sucesos inesperados se le llama serendipicidad.
- Aprovechar cualquier oportunidad, o cualquier cosa que parezca serlo. Las oportunidades por naturaleza son raras, por tanto un primer paso imprescindible es estar expuesto a ellas, pero esto sólo no basta, hemos de ser capaces reconocerlas y aprovecharlas cuando las experimentamos —de aquí la importancia de estar preparados—. Además, es necesaria una gran tolerancia a la frustación, ya que el método empleado es el de ensayo y error, y como dice Mark Spitznagel —un ex-alumno suyo—: «es necesario que nos encante perder» para tener posibilidades de ganar.
- Distanciarnos de cualquier predicción, especialmente de las oficiales. Son una obligación laboral de quienes las realizan —y en algunos casos responden a intereses determinados o simplemente a calmar su propia ansiedad ante el futuro. De igual manera, seleccionar extremadamente la información a que nos exponemos, no sea que las hojas no nos dejen ver el bosque. Como corolario de esta recomendación, está el no perder el tiempo desmintiendo a los vaticinadores, el tiempo ya se encarga de ellos.
- Centrarnos en las consecuencias, más que en la probabilidad. Nunca llegaremos a conocer lo desconocido, ya que por definición es desconocido. Sin embargo, siempre podemos imaginar como podría afectarnos. Por lo tanto, para tomar una decisión tenemos que centrarnos en las consecuencias (que podemos conocer), más que en la probabilidad o verosimilitud que algo suceda (que no podemos conocer).
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